Aquellos duros antiguos... Es de sus ojos la noche. Es de su boca la hoguera. Vendrán luceros y niños. De la fragua volanderas. Amantes de los caminos. De los patios hilanderas. De las ferias mercaderes. Sabios de las academias. En torno a la luna el cante. Las guitarras se marean. En el corazón un golpe. Lleva hasta el aire la pena. Y las soledades sangran espumas que el alma alegran. Con un giro parte el llanto. Con un grito la tormenta. Se encoge el junco del río. El hielo del pecho tiembla. La noche, la noche sola. Infinita. Grande. Llena.
ELÍAS MARTÍN COCA |
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